La voz de Pablo Casacuberta hace eco en el espacio amplio y vacío. “Allá van a estar los controles de audio y luces”, dice, y señala una cabina en lo alto que aún no tiene vidrio en su única abertura. “Esto va a ser una isla de edición”, vaticina al pasar por un cuarto lleno de materiales de construcción, que al lado tendrá una sala de informática. La recorrida termina en un cuarto con un ventanal enorme que mira hacia la calle Maldonado y, más allá, la rambla. En 2016, cuando las obras terminen, el edificio dejará de ser una ex fábrica de cerámica y se convertirá en el espacio físico del proyecto multidisciplinario Gen.
“Además de una pareja, somos un colectivo de artistas”, explica la coreógrafa Andrea Arobba, que comparte con Casacuberta —escritor, músico y director audiovisual— la producción de varios espectáculos, la crianza de un niño y el hogar. En la repisa de la estufa brilla la lata de aerosol del premio Graffiti que él ganó por la música original de Historia natural de la belleza, el espectáculo de danza con 16 bailarines dirigido por Arobba, que en 2013 y 2014 cosechó éxito de convocatoria en el Teatro Solís. “Con los años empezamos a generar cierta experiencia en gestión y nos preguntamos por qué nuestros proyectos tenían que ser cosas separadas. Además nos dimocuenta de que el rozamiento con artistas internacionales nos había modelado la forma de trabajar, así que ¿por qué no generar un espacio donde ese accidente se produzca intencionalmente?”, cuenta Casacuberta. Gen empezó, entonces, a trabajar en dos líneas paralelas: seguir generando contenidos y proyectar un centro destinado a residencias artísticas, con atención especial en la interacción con las ciencias y la tecnología.
Encontrar el lugar no fue fácil, e insumió un año de búsqueda, inversión monetaria (mucha) y movilizaciones logístico-familiares: el edificio que se adaptaba mejor a sus ambiciones tenía una casa anexada, y allí se mudó la familia. La fábrica llevaba varios años abandonada y hubo que tirar paredes, instalar una viga, cubrir los ladrillos antiguos con cemento, hacer perforaciones para que pase el cableado que conducirá electricidad pero también datos de una habitación a otra. “Precisamos cables con todo tipo de conexiones, porque si viene un artista chino tiene que poder conectar su laptop”, dice Casacuberta —hijo de dos médicos e investigadores en fisiologíahumana—, que se empezó a interesar por las bases neurológicas de la percepción del arte hace unos diez años. Arobba, por su lado, agrega que la reflexión sobre el rol del cuerpo fue siempre parte de su trabajo en danza.
Gen, justifica su director, busca achicar una brecha: “Cuando un uruguayo piensa en patrimonio cultural, piensa en arquitectura, en artes o en letras, pero tenemos una ciencia más vigorosa que nuestro arte. Y en el último siglo hubo pocas instancias de diálogo entre ambos”. El plan es armar duplas de un artista y un científico (jóvenes, con prioridad) para lograr que las dos disciplinas se “salpiquen” y se enriquezcan, explica Arobba.
La selección estará a cargo de un consejo asesor integrado por los directores de Gen más el bioquímico Rafael Radi (secretario de la Academia Nacional de Ciencias del Uruguay y miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos), el politólogo Gerardo Caetano y Gonzalo Delgado Galiana, director de arte y guionista asociado a la productora Control Z. “Clemente Estable dijo que donde termina el conocimiento empieza la investigación.
Queremos reivindicar la tradición del experimento. Uruguay es resultado de experimentos legislativos y demográficos, como el voto de la mujer”, dice Casacuberta, y ejemplifica con las críticas que le llovieron a la producción estatal de la marihuana por su proceso de ensayo y error: “Yo sí quiero que experimenten conmigo”.
Cuando los obreros terminen, el edificio será más un lugar para crear que una sala de eventos, pero uno de los espacios, el más grande, podrá albergar ensayos abiertos, performances que incluyan degustaciones y estímulos aromáticos o (una vez más) experimentos que involucren al público. Mientras, Gen no descansa como productora. Antes de fin de año estrenarán la serie documental Creadores, que retrata en cada uno de sus 12 capítulos la obra y el pensamiento de un artista (aparecen Dani Umpi, Fernando Cabrera, Juan Campodónico, Raúl Castro), hasta fin de mes el ciclo Solos al mediodía ofrecerá espectáculos de danza con entrada libre en el Solís con curaduría de Arobba y el año que viene aparecerá Los sentidos de la vida, otra serie documental que recorre Latinoamérica para explorar preguntas como qué hace que una música sea triste, cuánto dinero se precisa para vivir, qué es una fruta rica o qué es el altruismo, con entrevistas a líderes religiosos, creadores, transeúntes y científicos, claro. El conductor será el músico Paulinho Moska. Un experimento más.
Entrevista: Federico de los Santos – Foto: Santiago Mazzarovich Publicado en Revista Lento Nov.2015 (descargar pdf)